lunes, 26 de marzo de 2012

Un cuento piojoso

Pioja era una piojilla feliz. Desde que salió del huevo tenia comida, casa y muchos amigos. Sus padres le enseñaron que era mejor que se quedara bien pegada al  cráneo y que tratara de esconderse en los pelos cerca de la nuca y detrás de  las orejas. Allí, una vez que fuese adulta, podría poner muchos huevos y seguir con el ciclo de la vida. Ella, que era muy obediente, así lo hizo.
Pronto se vio rodeada de hijitos, huevos y amigos piojos que habían saltado de cabezas vecinas. Todos estaban felices porque tenían mucha comida y una vida feliz. Corrían a sus anchas y se escondían entre los pelos para jugar al escondite. Su tranquilidad sólo se veía interrumpida cuando por las mañanas el cepillo y el peine pasaban entre los pelos atemorizando a toda la comunidad piojil.
Un buen día todo cambió, los dedos comenzaron a entrar sin previo aviso por toda la cabeza. Buscaban nerviosos la causa de tanto alboroto. Un líquido muy oloroso cayó sobre casi todos y les dió tanta tos que muchos no pudieron parar de toser. Después otro líquido amarillento comenzó a envolverlos y una ducha tibia  los enjuagó con fuerza.
Cuando creían que lo peor había pasado. Llegó "La Liendrera".  La temida Liendrera  era una "máquina" llena de pequeños dientes que arrasaba a todos a su paso. Pioja se temía lo peor.¡Tenía que actuar rápido si no quería terminar como los demás! Fue entonces cuando pensó que debía mudarse.
Recogió bien las patitas. Esperó que alguna cabeza cercana se acercara bien y se movió muy rápido.
- ¡Estoy a salvo!- gritó pioja con alegría mientras volvía a quedarse feliz y contenta en su nueva casita detrás de las orejas.

2 comentarios:

  1. Hola Rachel, soy tu alumno Álvaro Campoy. ¡Me ha encantado tu cuento! Por favor escribe más cuentos porque lo haces muy bien. Un besito de nata ;-)

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