martes, 11 de octubre de 2011

La mota de polvo

La mota de polvo se separó del resto de sus compañeras y se fue volando hasta la estantería de los libros de Marta. Escuchó con atención el cuento que el padre de la niña leyó, como hacía todas las noches y se quedó dormida.
La despertaron los rayos del Sol que entraban por la ventana.
-¡Qué lindo lugar para vivir!- dijo la mota. Y salió flotando a recorrer la habitación.
Se paró a mirar las casas de un dibujo que colgaba en la pared. Miró con atención los peluches y decidió que dormiría la siesta en la barriga del oso marrón que descansaba junto a una jirafa.
Siguió su recorrido mientras pensaba en la suerte que tenía. De pronto algo llamó su atención:
-¿Qué será eso?-pensó mientras se acercaba flotando en el aire. Desde su posición vió un lugar lleno de flores de muchos colores. Era un campo grande donde la mota se posó.
El campo olía a limpio y demasiado bien para el gusto de la mota pero las flores y las hojas parecían reales. La mota comenzó a saltar de flor en flor y de hoja en hoja. De pronto sintió que algo se movía:
-¿Será un terremoto?- pensó confundida.
Abrió bien los ojos y vió a una preciosa niña que se estiraba y bostezaba después de dormir una profunda siesta.
Marta, que así se llamaba, la niña, movió las sábanas y la mota salió despedida por la ventana.
- ¡Mejor salgo de aquí volando!- dijo mientras flotaba en el aire buscando otro lugar.

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